Estrategias y consejos para trabajar con niños TEA en el aula.

 

En los casos de autismo, es imprescindible la individualización de los procesos de enseñanza y los programas de intervención personalizados.

Aprender a trabajar con niños TEA en clase es un reto y toda una experiencia significativa. Y es que el autismo es uno de los trastornos del neurodesarrollo más complejos y más estudiado desde el siglo pasado. Aunque todavía se desconoce su causa, existe una extensa bibliografía sobre su principal sintomatología, cuáles son los procesos cerebrales más afectados y cómo el uso de técnicas de intervención mejoran sus capacidades a la hora de trabajar con el niño autista.

La primera y gran dificultad con las que se han encontrado tanto los investigadores como los profesionales que trabajan con TEA es el amplio espectro o heterogeneidad de los comportamientos y procesos neuropsicológicos que manifiesta la población autista. Además de la diversidad de síntomas, el autismo también se puede manifestar en diferentes niveles de severidad (nivel 1, nivel 2 y nivel 3).

Esto implica que no todas las actividades ni todas las estrategias pedagógicas van a ayudar por igual a la totalidad de la población autista. Por eso, y especialmente en los casos de autismo, es imprescindible la individualización de los procesos de enseñanza y los programas de intervención personalizados.

No obstante, los manuales de diagnóstico en psicología, como el DSM-V, advierten una serie de características comunes en los niños autistas:

–Claras dificultades en la comunicación

–Problemas de interacción social

–Baja flexibilidad en comportamientos y pensamiento




Qué áreas se deben trabajar con un niño autista.

Como ya se ha indicado anteriormente, los expertos en autismo insisten en que nunca hay que perder de vista las peculiaridades del alumno con TEA para poder adaptar el programa de intervención a sus necesidades específicas.

Sin olvidar este supuesto, he aquí las áreas principales que se deben trabajar con el niño autista:

–La comunicación. Dependiendo de la edad del niño autista y de la fase de desarrollo lingüístico en la que se encuentre, el profesional especialista y el profesor deben programar actividades (juegos, canciones, signos y pictogramas…) para despertar la necesidad de comunicación del niño (verbalizar necesidades como “Quiero agua”). Si el niño ya formula sus demandas verbalmente, el siguiente paso consistirá en nutrirle de un vocabulario más amplio y rico para después entrenarle en la creación de frases uniendo palabras.

–El contacto visual. Durante las interacciones con el niño, ya sea durante las conversaciones o cuando le va a dar instrucciones, el adulto debe invitar al niño a que le mire a la cara. Los juegos de imitación son un buen reclamo para acostumbrar al niño a mantener el contacto visual con los demás.

–Reconocimiento y expresión de emociones. Mostrar al niño dibujos, fotos o vídeos que representan estados de ánimo, le ayudará a interpretar sus propias emociones como las de los demás.


–Aprendizaje de hábitos y creación de rutinas para favorecer su autonomía. Para lograr estos objetivos es clave mostrar al niño la pauta detallada de la secuencia de comportamientos que debe realizar, si quiere lograr la conducta meta. Las instrucciones en forma de pictogramas es un gran apoyo para la ejecución de este tipo de tareas.

–Entrenar su motricidad fina (por ejemplo, pintando objetos pequeños) y la motricidad gruesa (p.ej., jugando a la pelota).

–Trabajar la lateralidad con ejercicios cruzados (“Tócate la oreja derecha con la mano izquierda”).

–Enseñarle a manejar la ansiedad frente a esos estímulos que habitualmente angustian al niño. ¿Cómo? El profesor debe enseñarle a predecir la situación estresante y tratar de que se relaje con ejercicios de respiración guiados. También puede animarle a practicar un poco de ejercicio físico antes de la exposición al estímulo ansiógeno.

Colaboración y participación de la familia en el proceso de aprendizaje. Los padres deben estar al tanto de las áreas que se están trabajando con el niño (en el aula especial y en la ordinaria) y poner en práctica esas mismas actividades pedagógicas en casa para el refuerzo de aprendizajes.

El centro de formación también debe adaptar sus espacios de aprendizaje, metodologías y currículo a las necesidades de la población TEA. 

Características del centro escolar

Para que un centro escolar pueda integrar con garantías a alumnos con TEA es importante que cumpla las siguientes condiciones:

  • Son preferibles los centros de pequeño tamaño, puesto que el bullicio, las carreras de grupos de niños en el patio o los pasillos son elementos claramente distorsionadores de los niños autistas.
  • Es imprescindible el compromiso tanto de los profesores que van a atender al niño con TEA, como del resto del claustro y de la comunidad del centro, incluyendo a sus compañeros y a los padres.
  • El colegio debe contar o se la ha de dotar de recursos complementarios: maestros especializados, profesores de apoyo, logopeda, psicopedagogo, etc.

Otros criterios a considerar

Además del aula ordinaria y el centro de educación especial, existe una tercera alternativa que suele dar muy buenos resultados: 
  • El aula especial en un colegio convencional donde niños con TEA u otros problemas reciben una enseñanza personalizada en grupos reducidos durante algunas horas por parte de personal docente especializado, pasando el resto de las horas en el aula ordinaria.
  • La solución escolar que se decida dar no tiene por qué ser permanente. Aunque deben evitarse los cambios frecuentes, puesto que los niños autistas nos los toleran bien, en el caso de que el desarrollo evolutivo sea positivo puede ser interesante cambiar a un niño de un centro de educación especial a uno ordinario.
  • El diagnóstico de las capacidades de un niño con autismo tampoco es definitivo. En su mejora y desarrollo juega un papel fundamental tanto el entorno familiar como el centro donde cursa su escolarización y la capacidad de sus maestros para motivarle y estimularle lo suficiente hasta que alcance el máximo de su potencial.
  • Normalmente, el maestro o maestra particular del niño autista juega un papel mucho más decisivo que el centro. Sucede muchas veces que un maestro muy comprometido con el caso es capaz de crear unos lazos afectivos muy fuertes con el niño, hasta el punto de ejercer una influencia enorme en su desarrollo, consiguiendo que logre abrirse al exterior.

La escolarización de los niños con autismo de alto rendimiento

En ocasiones se comete un error involuntario con los niños autistas de nivel intelectual alto, como los que presentan síndrome de Asperger, consistente en centrar los objetivos de la escuela exclusiva o excesivamente en su integración social. Hay que tener en cuenta que este tipo de chicos tienen un coeficiente intelectual en la media o por encima de la clase, por lo que como ocurre con el resto de sus compañeros, el logro de buenos resultados académicos y el alcance de las competencias curriculares debe ser unas metas, aunque no únicas, sí prioritarias.

Por otro lado, conviene recalcar que todos los centros y profesores que atienden a niños con trastornos generalizados del desarrollo (TGD) requieren apoyo externo y orientación por expertos. Un déficit de recursos en este ámbito está detrás de la mayoría de fracasos a la hora de integrar correctamente a estos alumnos y en los sentimientos de frustración, ansiedad e impotencia de muchos maestros por no poder lograr los resultados esperados.

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