El ejercicio físico estimula la memoria.

 


Las personas que realizan ejercicio aeróbico suelen experimentar cómo la actividad física “aclara” la mente, y regula las emociones.

  Un estudio publicado en la revista Neuroscience, en abril de 2012, no solo confirma estos beneficios, sino señala los factores y mecanismos involucrados en la mejoría de algunas funciones cognitivas.


Los investigadores del departamento de psicología y neurociencia del Dartmouth College, en Hanover, New Hampshire, reclutaron a 54 adultos sanos de 18 a 36 años. Todos fueron catalogados como sedentarios, ya que no realizaban ejercicio físico regularmente. Los participantes respondieron, al comienzo del estudio, una serie de cuestionarios detallados relacionados con su salud física y mental. Igualmente, reportaron el grado de ansiedad que experimentaron durante el proceso de recolección de los datos.

A todos los integrantes del estudio les practicaron pruebas de memoria para evaluar la capacidad de reconocimiento e identificación de objetos conocidos y nuevos tanto al comienzo como al final de la investigación. La genética interviene Estudios previos han demostrado que el ejercicio esta asociado al aumento de los niveles de una proteína llamada factor neurotrófico derivado del cerebro (brain-derived neurotropic factor) o BDNF.

Esta proteína se produce en áreas del cerebro que están involucradas en los procesos de aprendizaje, memoria y neurogénesis (formación de nuevas neuronas). Su incremento se ha relacionado con un mejor desempeño de ciertas funciones cognitivas. Los investigadores analizaron en cada uno de los participantes el gen BDNF, cuya expresión produce la proteína que lleva el mismo nombre.

Algunas personas producen menos cantidad de la proteína BDNF que otras, después de realizar ejercicio físico, debido a que son portadoras de una variante del gen, llamada Val66Met. Esta variante del gen se presenta en 30% de la población de ascendencia europea-caucásica. Uno de los objetivos del estudio fue determinar si el ejercicio aportaba menos beneficios cognitivos a los portadores del Val66Met.

Estudios previos han analizado el efecto que tiene el ejercicio en una zona del cerebro llamada hipocampo, considerada como el centro principal de la memoria, sin embargo, la tarea de reconocimiento e identificación de imágenes y de objetos tanto conocidos como nuevos involucra otra zona llamada corteza perirrinal, la cual se encuentra ubicada en el lóbulo temporal, aproximadamente, detrás de cada sien. El hipocampo nos permite, por ejemplo, recordar dónde guardamos nuestras llaves, mientras que la zona perirrinal nos permite identificar y reconocer cuál es la llave particular que estamos buscando.

Objetos perdidos y encontrados

Para evaluar la memoria relacionada con la identificación de objetos conocidos y nuevos, los participantes observaron primero una serie de imágenes en la pantalla de la computadora, acto seguido les mostraron otra secuencia de fotos. En esta ocasión, los sujetos debían pulsar una tecla determinada si la imagen que veían era nueva y otra tecla si la habían visto en la serie anterior.

Finalmente, después de completar todas las pruebas, los participantes fueron asignados al azar en dos grupos de estudio. A la mitad de los sujetos le indicaron ejercicio aeróbico supervisado de moderada intensidad como caminar 30 minutos cuatro veces por semana durante un mes, mientras que el resto de los participantes no participaron en ningún tipo de activad física programada. Después de un mes los participantes regresaron al laboratorio y les practicaron, nuevamente, pruebas de identificación de imágenes y objetos conocidos y nuevos, al igual que al comienzo del estudio.

El día de la evaluación final, antes de realizar la prueba de memoria, la mitad de los sujetos del grupo que había realizado ejercicio durante un mes caminó o trotó, mientras la otra mitad no lo hizo. Igualmente, a la mitad de los participantes que se habían mantenido sedentarios, le indicaron, por primera vez, 30 minutos de ejercicio, mientras el resto del grupo se mantuvo inactivo.

El ejercicio no es la panacea, pero la memoria lo requiere.

La mayoría de los sujetos que hicieron ejercicio aeróbico durante un mes y el día de la evaluación fueron los que mejor se desenvolvieron en las pruebas de memoria y los que reportaron los niveles más bajos de ansiedad. Aquellos sujetos que realizaron ejercicio durante un mes, pero no lo hicieron el día de la evaluación, en general, se desenvolvieron mejor que aquellos que habían permanecido sedentarios, pero no llegaron a igualar el puntaje en las pruebas de memoria que obtuvieron los que habían hecho ejercicio durante un mes y, además, el mismo día de la evaluación.

Los participantes que no habían realizado ejercicio durante un mes, pero fueron escogidos para hacerlo el día de la evaluación no mejoraron su puntaje en las pruebas de memoria, además, ese día reportaron aumento del nivel de ansiedad. Se sentían más asustadizos que durante la primera evaluación, al inicio del estudio.

Uno de los hallazgos más interesantes se observó en aquellos participantes que tenían la variante del gen (Val66Met), ya que no mejoraron su puntaje en las pruebas de memoria, aun cuando habían realizado ejercicio regularmente durante un mes. Esto significa que en algunas personas la capacidad de reconocer e identificar objetos tanto conocidos como nuevos, por ejemplo, no mejora después de realizar ejercicio, ya que no se produce suficiente proteína BDNF. El puntaje más alto en las pruebas de reconocimiento de objetos nuevos se observó exclusivamente en los participantes que eran homocigotos para el gen BDNF (Val-Val) o sea que habían heredado el mismo gen de la madre y del padre. Los cambios inducidos en las funciones cognitivas no se correlacionaron con las alteraciones de estado de ánimo y ansiedad, lo cual sugiere que estos efectos están mediados por mecanismos diferentes.

Conclusiones y recomendaciones.

La interacción entre la actividad física y la memoria es más compleja de lo que se creía. Sin embargo, los autores del estudio señalan que el ejercicio aumenta, generalmente, la capacidad para recordar. Las personas que mejoraron su puntaje en las pruebas de memoria fueron invariablemente aquellas que se ejercitaron durante un mes y el mismo día de la evaluación, lo cual sugiere un efecto acumulativo, muy importante, de las sesiones de ejercicio.

Los hallazgos de este estudio sugieren que las personas deben mantenerse físicamente activas, realizar ejercicio de moderada intensidad como caminar a paso rápido y vigoroso o trotar si desean conservar una memoria robusta en el largo plazo.

Fuente: MIRADOR SALUD


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