El mejor gimnasio mental.

 


El ajedrez no es un juego de azar, sino racional y de estrategia.  No depende de la suerte sino de la habilidad, del control y de la capacidad de anticipación. Y se puede practicar desde los 3 hasta los 103 años.

Este deporte, tal como se conoce actualmente, nació en Europa en el siglo XV, aunque tiene precursores en épocas anteriores y lugares diferentes. No es el momento de  relatar su historia, que está llena de interesantes  y sugerentes peculiaridades.

Hay torneos, hay partidas múltiples, hay partidas entre una persona y un ordenador, hay partidas sobre tablero gigante en el suelo…  El mejor ajedrecista desde 2005 es un ordenador, pero no podemos olvidar que esa máquina la ha creado un ser humano.

El ajedrez no es un juego aburrido, como algunos piensan. Los niños hiperactivos se divierten mucho con él. Y se receta como terapia para niños con TDH. 

No es un juego complicado. Para disfrutar del ajedrez no hace falta una inteligencia especial. Una cosa es correr y otra ser un campeón de  maratón. Una cosa es jugar al ajedrez y otra ser un ganador de competiciones.

En numerosas ocasiones he oído hablar de las enriquecedoras virtualidades del juego del ajedrez. Enumeraré algunas, entre las muchas que se le atribuyen.

  • Aumenta la capacidad de concentración. Es imposible practicar este juego sin un ambiente de silencio y ausencia de distractores. Es necesaria la máxima concentración en las posiciones de las piezas propias, de las del contrincante, en las estrategias que se han desarrollado y en las que hay que anticipar para defenderse o atacar… En unos tiempos en los que la atención está tan dispersa se trata de un ejercicio extraordinariamente útil para desarrollar la concentración.
  • Desarrolla el pensamiento matemático. Los cálculos  de posiciones obligan al jugador a elaborar estrategias numéricas y movimientos precisos y calculados.
  •  Enseña a administrar el tiempo. El manejo del tiempo es muy importante en el ajedrez. El reloj que acompaña muchas partidas es una permanente llamada de atención a la importancia del paso inexorable del tiempo.
  • Enseña a ganar y a perder. El ajedrez nos permite aprender a ganar con elegancia y a perder con humildad. En la vida no siempre se gana y no siempre se pierde. Se puede aprovechar la derrota para aprender dónde se han producido los fallos y en qué han consistido los aciertos del adversario. 
  • Desarrolla el pensamiento autocrítico. En ajedrez no influye el árbitro, ni el terreno embarrado ni el mal tiempo, ni la suerte. Se pierde por fallos propios, que se pueden analizar para aprender. El que más aprende es el que pierde. 
  • Ayuda a controlar el primer impulso. Nada más importante que la tranquilidad en este juego. La precipitación podría causar situaciones irreversibles que lleven a la derrota. Es necesario el control ante la necesidad de un análisis sereno.
  • El ajedrez une a las personas de diferentes edades, culturas, razas y países. Es decir, genera empatíaEs emocionante ver cómo se enfrentan a ambos lados del tablero personas tan diferentes a las que unen unos propósitos y unas reglas.
  • Permite desarrollar el pensamiento flexible, el pensamiento lateral.  Durante la partida nos preguntamos muchas veces: ¿Y si…? Durante una partida, una sola jugada nos obliga a cambiar rápidamente.
  • Ejercita la memoria: ya sea la memoria a corto plazo, para recordar los movimientos que se han realizado durante la partida, o a largo plazo, para no olvidar otras partidas jugadas.
  • Desarrolla el razonamiento lógico matemático: está demostrado que el razonamiento y el proceso de análisis utilizado en el juego del ajedrez es muy similar al que se usa en las matemáticas y, por tanto, su práctica puede ser beneficiosa para mejorar las aptitudes matemáticas de los alumnos.
  • Mejora la capacidad de resolución de problemas y toma de decisiones: durante la partida el jugador de ajedrez se enfrenta a distintos problemas que debe resolver, analizando todas las soluciones posibles y eligiendo la más adecuada, incluso muchas veces bajo la presión del límite de tiempo para tomarlas.
  • Incrementa la autoestima y el afán de superación: cada partida es un nuevo reto para el jugador, que intentará mejorar su habilidad para jugar cada vez mejor; asimismo, cada vez que gana una partida el ajedrecista aumenta su autoestima y valora su pericia en el juego. En el caso de perder contribuye a potenciar la autocrítica. En definitiva, que el alumno sepa asumir el fracaso y no se hunda, todo lo contrario, intente mejorar cada día.
  • Ayuda a ejercitar la mente. Por eso se usa para prevenir enfermedades como el Alzheimer. En el Instituto Albert Einstein de Nueva York se han hecho estudios sobre esta cuestión, con resultados contundentes.
  • Invita a seguir aprendiendo. Porque existen infinidad de  estrategias que se pueden incorporar al acervo de las que ya se conocen.

¿Es el ajedrez un juego de hombres? Solo hay  una mujer entre los 100 primeros del mundo. Uno de cada catorce jugadores es una mujer. Pero eso depende de un estereotipo. El interés es similar hasta los 14 años. Pero luego, las niñas se retiran. Se ha considerado un jugo masculino, pero solo es fruto, a mi juicio, de un estereotipo social.

Este artículo es una invitación a que las familias y las escuelas se interesen, promuevan y cultiven este juego, que es el mejor gimnasio dela mente. Y a que cada uno de nosotros hagamos ejercicio con frecuencia y fruición.

Fuente:Blog El Adarbe-Miguel Angel Santos Guerra

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