LOS NEUROMITOS EN LA EDUCACIÓN II ENTREGA


LAS PERSONAS SOLO USAMOS EL 10% DE NUESTRA CAPACIDAD CEREBRAL


En el artículo anterior resaltamos la importancia de la Neuroeducación dentro del marco referencial de que esta aproximación es una herramienta que ayuda cada vez más a reducir la brecha entre las neurociencias y las ciencias de la educación. Añadimos, además, que ha sido fundamental para llevar la investigación de las ciencias del cerebro al salón de clases. Así, los educadores adquieren nuevas herramientas para desarrollar recursos y técnicas con enfoques metodológicos novedosos y más efectivos en el aula. 
Asimismo, enfatizamos que hay ciertos neuromitos (“malas interpretaciones de hallazgos científicos”) que son aceptados en el ámbito educativo y pueden entorpecer el trabajo al que aspira el logro educativo. “La distorsión de información es preocupante”, marcaron algunos científicos. 
“Estos malentendidos científicos han proliferado en la comunidad educativa y son bastante generalizados”, adujo el neurocientífico Paul Howard-Jones, basándose en una encuesta realizada con educadores de todo el Reino Unido, los Países Bajos, Turquía, Grecia y China. Así, Howard-Jones encontró que los profesores eran muy susceptibles a aceptar neuromitos, incluyendo la idea de que los seres humanos utilizamos solo el 10 por ciento de nuestro cerebro, tal como fue publicado en la Revista Nature Review Neuroscience, de octubre de 2014. 
Neuromito: Los seres humanos sólo utilizan el 10 por ciento de sus cerebros. 
¿De dónde proviene? 
Este mito habría sido instaurado por William James, el padre de la psicología americana, que, en un ensayo titulado Los poderes de los hombres, escribió: “Un hombre utiliza habitualmente solo una pequeña parte de los poderes que en realidad posee”. Y agregó: “Estamos haciendo uso de solo una pequeña parte de nuestros posibles recursos mentales y físicos”. 
Otra posibilidad relacionada con este neuromito es la llamada teoría de la “corteza silenciosa”. Cuando hace más de un siglo, los neurocirujanos comenzaron a estimular partes del cerebro con electrodos se encontraron con que solo el 10 por ciento de la corteza resultó en contracciones musculares visibles. Esto llevó a los investigadores a concluir que el otro 90 por ciento del cerebro era “silencioso” o “no comprometido” a una función cognitiva particular. 
Estudios de Karl Lashley, psicólogo conductista estadounidense, encontraron que las ratas podían aprender tareas específicas, incluso después de habérseles extirpado grandes áreas de sus cerebros. Aparentemente, esto también apoyaría la idea de que el cerebro no estaba utilizado su máxima capacidad. 
Hoy en día, el mito del 10 por ciento persiste en la sociedad y se percibe, también, en variadas expresiones de arte (grafitis, literatura, cine, etc.). Aquello que nos resulta más preocupante desde el punto de vista de las estrategias pedagógicas utilizadas por los docentes es que aproximadamente el 50 por ciento de los profesores encuestados por Howard-Jones acerca de neuromitos coincidían en que los seres humanos usan solo el 10 por ciento de su capacidad cerebral. 
La realidad: 
A medida que los neurocientíficos desarrollaron más recientes y sofisticadas herramientas para mirar el funcionamiento del cerebro se conoció que la corteza está lejos de ser “silenciosa” o “que haya partes no comprometidas”. Marcus Raichle, neurocientífico de la Universidad de Washington, en St. Louis, fue uno de los primeros científicos que sugirieron que, incluso en reposo, el cerebro está trabajando a plena capacidad. Desde entonces, la mayoría de los neurocientíficos han aceptado que el cerebro tiene una sofisticada red llamada “modo por defecto” de las áreas cerebrales que permanecen activas incluso cuando está en reposo. 
Considerando la perspectiva evolutiva del cerebro humano sería imposible que este órgano solo usase el 10 por ciento de su capacidad porque el restante 90% no hubiese tenido caso de evolucionar. Así, cuándo se le pregunta al neurólogo Marcus Raichle cuál es el trabajo del cerebro, él responde que el cerebro tiene como función predecir. “Hemos aprendido que la mayor parte de su energía se dedica a tratar de predecir lo que va a pasar”, declaró Raichle. 
Derribando el mito del 10 por ciento en el aula 
Si bien es una idea atractiva pues sugiere que podríamos ser mucho más inteligentes, exitosos o creativos si lográsemos aprovechar ese 90 por cierto que “desperdiciamos”, esta afirmación no es cierta. 
En las aulas de Escuela Secundaria es bastante frecuente escuchar a adolescentes hablando sobre “el 10 por ciento del cerebro que usamos”, información obtenida desde las redes sociales o películas que ayudan a perpetuar el mito y carecen de rigurosidad científica, como es el caso de Lucy, protagonizada por Scarlett Johansson y Morgan Freeman. 
Aprovechamos cada uno de estos comentarios espontáneos de los jóvenes para proponer educarse más sobre las capacidades del cerebro humano. Con conocimiento, práctica y entrenamiento verdaderamente nos volvemos más inteligentes en múltiples aspectos, incluyendo el que más incumbe a la educación de calidad: ofrecer a las personas las herramientas necesarias para convertirse en la mejor versión de ellos mismos. 
Actividades que ayudan a la comprensión: 
Todo el cerebro funciona en red, permanentemente
  • Describir cómo se conoce sobre la actividad cerebral: los neurocientíficos, utilizando una técnica llamada imagen por resonancia magnética funcional, pueden poner a alguien en un escáner y ver qué partes del cerebro se activan cuando hacen o piensan en algo. Así, una simple acción como cerrar y abrir el puño de la mano o decir unas pocas palabras requiere de la actividad de mucho más de una décima parte del cerebro. Incluso cuando se supone que no se está haciendo nada, el cerebro está haciendo mucho, ya sea controlando funciones como respirar y el palpitar del corazón, o recordando cosas por hacer. La utilización de láminas que identifiquen los diferentes lóbulos (subdivisiones de la corteza cerebral según sus funciones) ayuda a comprender la gran cantidad de aéreas cerebrales que utilizamos en cada tarea: 
  1. Lóbulo frontal: brinda la capacidad de moverse (corteza motora), de razonar y de resolver problemas. Tiene injerencia en el lenguaje y en los sentimientos.
  2. Lóbulo parietal: es el lóbulo de las percepciones sensoriales externas (manos, pies, etc.), tales como sensibilidad, tacto, percepción, presión, temperatura y dolor.
  3. Lóbulo occipital: subdivisión que se encarga del procesamiento de las imágenes.
  4. Lóbulo temporal: área que desempeña un papel importante en tareas visuales complejas como el reconocimiento de rostros. Es el «centro primario del olfato» del cerebro. También recibe y procesa información de los oídos que contribuyen al balance y el equilibrio. Además, regula ciertas emociones y motivaciones. 
Completar la información con ejercicios para que puedan realizar los estudiantes en clase: 
Consigna:
Buscar en Internet ilustraciones del cerebro humano y: 
a) Realizar láminas coloreadas que ayuden a identificar los diferentes lóbulos.
b) Diseñar modelos en 3 dimensiones del órgano de estudio.
c) Trazar líneas en las gorras de goma de un compañero para ubicar en qué “parte de la cabeza” se encuentra cada lóbulo.
  • Compartir casos clínicos como, por ejemplo, el publicado en el artículo en la revista Science por el pediatra británico John Lorber. Este describe cómo pacientes con hidrocefalia, con muy poco tejido cerebral, podían tener una vida casi normal a partir las posibilidades ofrecidas por la plasticidad neuronal. 
Completar la información con ejercicios para que puedan realizar los estudiantes en clase. 
Consigna: poner una mano en el ombligo y la otra en la zona de la clavícula, masajeando la zona con movimientos circulares. Luego, alternar con una y otra mano. 
Durante las primeras ejecuciones de este ejercicio solemos tener dificultades para coordinar los movimientos. Conforme los estudiantes van perfeccionando la práctica o fortaleciendo las redes neuronales de ese aprendizaje, el ejercicio resulta cada vez más sencillo.
  • Enseñar plasticidad neuronal: es cierto, claro, que si nos lo proponemos podemos aprender nuevas cosas y cada vez hay más evidencia de plasticidad neuronal. Estas nuevas redes neuronales cambian nuestro cerebro. Aun así, como estamos intentando derribar el mito popular del 10 por ciento, es importante dejar en claro que la plasticidad neuronal no significa que estemos explotando áreas nuevas del cerebro sino que creamos nuevas conexiones entre las células nerviosas o perdemos viejas conexiones cuando ya no las necesitamos. 
Completar la información con ejercicios en clase para los estudiantes.
Consigna: manipulando plastilina y con el uso de la información adquirida en las actividades anteriores realizar la actividad plástica y artística llamada “El cerebro no es de plástico; es como si fuese de plastilina: moldeable” que ayuda a reforzar la idea de la plasticidad del cerebro y de la posibilidad de poder volvernos más inteligentes todos los días.
Conclusión:
Para componer este artículo nos guiamos por las preguntas espontáneas que escuchamos en las escuelas, en las aulas y en las capacitaciones docentes, buscando varias fuentes confiables y tomando las investigaciones de Howard-Jones. Este neurocientífico cree que “la neurociencia definitivamente tiene un lugar en el aula: para que eso suceda los científicos necesitan ayudar a los educadores a separar la paja del trigo. Puesto que en la actualidad hay mucha información valiosa sobre el cerebro que puede ser de gran ayuda en el aula si podemos encontrar una manera de comunicarla con eficacia”.
Referencias:
  • Brain in the News, Publicación DANA, edición impresa, 13 enero de 2015.
  • Howard-Jones PA. Neuroscience and education: myths and messages. Nature Reviews Neuroscience, 2014. 15(12): 817-824.
  • Kerri Smith. Neuroscience: Idle minds. Nature News, Nature Publishing Group, Sep 19, 2012. <www.nature.com/news/neuroscience-idle-minds-1.11440>
  • John Lorber. Is Your Brain Really Necessary? Science, 12 Dec 1980: Vol. 210, Issue 4475, pp. 1232-1234. DOI: 10.1126/science.7434023. <www.rifters.com/real/articles/Science_No-Brain.pdf>
Fuente: Asociación educar

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